El Internet de las Cosas (IoT) y sus ‘Cosas’

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El Internet de las Cosas (IoT) y sus ‘Cosas’

 Mujer que sostiene el teléfono móvil con la computadora portátil y lápices coloridos en la tabla

La masiva proliferación de la Internet de las Cosas (IoT por sus siglas en inglés) se nos vino encima, de hecho las estimaciones más conservadoras dicen que para el 2020 habrá unos 25 mil millones de dispositivos conectados, pero hay quienes hablan de 50 mil millones.

McKinsey, por su parte estima, que para el 2025 el mercado de IoT será del orden de 6.2 billones de dólares (lo que  los estadounidenses llaman 6.2 trillones).

Aunque el término de IoT se acuñó hace casi 20 años puedo dar fe de que el concepto sobre el mismo ya venía rondando los laboratorios de Investigación y Desarrollo desde principios de los años 90 del siglo pasado, por lo menos Laboratorios Bell ya lo tenía claro desde antes de 1995 cuando les visité.

De hecho, hay quienes piensan que el nacimiento de la Internet de las Cosas se remonta a 1968 cuando el primer Controlador Lógico Programable (PLC por sus siglas en inglés) fue inventado por Dick Morley. Los PLCs son dispositivos electrónicos basados en semiconductores que son muy usados en la automatización industrial y están relacionados con lo que hoy conocemos como Machine-to-Machine language y por supuesto con el concepto de IoT.

Es tal la importancia de la Internet de las Cosas que incluso el Foro Económico Mundial dedicó el año pasado buena parte de su espacio a hablar de la Cuarta Revolución Industrial (Industry 4.0 como se le empieza a conocer globalmente) y la relación que la misma tiene con la IoT y por consiguiente con otras nociones tecnológicas emparentadas como la Transformación Digital y la Inteligencia Artificial.

Esta cuarta revolución industrial la estamos viviendo con los sistemas ciber-físicos interconectados vía la Internet, en donde las fronteras entre lo digital, lo físico y lo biológico están desapareciendo. En la tercera revolución industrial las aplicaciones giraban en torno a las personas.

Hoy en día lo que estamos viendo es que las máquinas y los dispositivos se comunican entre sí, muchas veces sin intervención humana, y lo hacen de manera continua y en números crecientes.

Pero a todas estas ¿qué es la Internet de las Cosas? O mejor ¿de qué ‘cosas’ estamos hablando?

Según Kevin Ashton, quien acuñó el concepto de IoT, la «Internet de las Cosas describe una red de comunicación que permite conectar ‘cosas’, las cuales tienen capacidad de identificación, utilización de sensores y procesado, con identidad virtual propia y capacidad potencial para integrarse e interactuar de manera independiente en la red con cualquier otro elemento, ya sea un objeto real o un humano».

En esencia hay que decir que las ‘cosas’ son todos aquellos aparatos o dispositivos que tienen la capacidad de recolectar ciertos tipos de datos de manera independiente o aislada, procesarlos y enviarlos en forma de información a centros de procesamiento donde aplicaciones avanzadas pueden darle algún tipo de tratamiento mediante sistemas analíticos para luego devolver los datos a la fuente o reenviarlos a expertos para la profundización de su análisis y el establecimiento de algún diagnóstico o para llevar a cabo una acción.

Como se puede ver aquí lo más importante no son realmente las ‘cosas’ sino la necesidad de negocio que está detrás de una solución IoT, es decir que para que una solución de este tipo tenga sentido tiene que atender una necesidad o requerimiento específico. Esto nos lleva a concluir que todo debe empezar en el entendimiento de estas necesidades y de allí ir paso a paso hacia atrás.

Una vez se entiende la necesidad del cliente (empresas del sector financiero, la industria de manufactura, el sector público, etc.) y de los consumidores de sus bienes y servicios hay que discernir y concluir qué tipo de resultados se desean de los sistemas analíticos y de allí sí proceder con la arquitectura de la solución de infraestructura que vía Internet nos permitirá conectarnos con las ‘cosas’ que a su vez deberán tener la capacidad de recolectar datos relevantes para el negocio del cliente o las personas.  Con un ejemplo concreto pienso que se puede entender mejor de qué estoy hablando.

Miremos entonces el trabajo conjunto que algunas empresas de Tecnología de Información están desarrollando con empresas del sector automotriz.

Automóviles de varias marcas y de media o alta gama están siendo dotados de sensores y capacidades computacionales que les permite llevar a cabo funciones de autodiagnóstico de tal manera que el vehículo puede saber constantemente cuál es su estado de funcionamiento y determinar con anticipación si alguna parte o componente está funcionando de forma inadecuada o tiene el potencial de fallar. De esta manera el vehículo puede enviar mensajes al taller para que desde allá se efectúen los análisis y diagnósticos de rigor y eventualmente se programe una cita de mantenimiento preventivo.

Esto podría incluso hacerse sin intervención humana, o con intervención limitada, de tal forma que el auto y las aplicaciones del taller pueden hablar entre ellos y tomar la decisión del mantenimiento limitándose a avisarles al personal técnico del taller y al cliente la razón por la que el auto requiere de ese mantenimiento dentro de un rango de tiempo específico.

Pero el autodiagnóstico no es lo único que estos vehículos inteligentes, que actúan como componentes integrados de la Internet de las Cosas, pueden hacer. También están en capacidad de suministrarle a los ocupantes información importante sobre el entorno, es decir sobre las condiciones de tráfico, del clima y hasta advertir sobre potenciales conductores de otros vehículos con comportamientos de manejo peligrosos.

Incluso estarán en capacidad de advertir sobre los propios comportamientos de manejo inadecuados, incluyendo exceso de velocidad, manejo errático, aceleraciones o frenadas súbitas o detectar condiciones de fatiga del conductor. Frente a todo esto el auto puede emitir alertas o llevar a cabo ajustes para mejorar la seguridad del conductor y demás ocupantes. Además, la recolección e intercambio de información podrá ampliarse a las industrias auxiliares, como la industria de seguros, de tal manera que, conociendo los patrones de comportamiento de los conductores de un vehículo, además de la evolución mecánica del mismo y su comportamiento en cuanto a seguridad se refiere, una empresa de seguros podría tomar la decisión de sugerir cambios al tomador de la póliza o incluso cambiar el valor de la prima.

¿Pero qué pasa si el conductor tiene alguna enfermedad que pueda atentar contra su salud o seguridad?  Por ejemplo, un conductor con enfermedades cardiovasculares o con problemas de diabetes podrá dar la autorización para  que sus signos vitales sean monitorizados y si el vehículo detecta una baja de glicemia exagerada o un ataque cardíaco, le podrá avisar al conductor, disminuir la velocidad buscando apearse y podrá comunicarse con organismos de atención de emergencias o entidades hospitalarias de tal manera que una ambulancia lo podrá recoger y llevar a un hospital donde habrán sido previamente avisados de la llegada del paciente y sus síntomas.

Hay muchos otros ejemplos de los que podríamos hablar, pero el espacio no alcanza para entrar en detalles. Vale la pena mencionar, sin embargo, que hay muchas soluciones de IoT de autodiagnóstico, análisis y corrección cognitiva y predictiva en el sector industrial que evitan que las líneas de producción tengan que parar por fallas que se hubieran podido anticipar y corregir de manera proactiva, conocidas como IIoT (Industrial IoT).

También hay muchas más soluciones en el sector de la salud que permiten monitorizar remotamente a pacientes en riesgo y ante urgencias tomar acciones o que permiten hacer seguimiento sobre la evolución de una enfermedad, tomar datos en tiempo real e irlos almacenando de manera continua en una base de datos para hacer análisis clínicos que puedan servir a un mejor diagnóstico sobre la evolución de la enfermedad.

Hay soluciones de IoT para el control del alumbrado público, de los semáforos o para gestionar los edificios inteligentes. Hay soluciones de IoT para lo que se conoce como Hogares Inteligentes donde muchos dispositivos (electrodomésticos, cámaras, sensores de humo, alarmas de seguridad, sensores de alumbrado, medidores de consumo de energía, etc.)  podrán enviar información a las personas incluso cuando éstas no se encuentren en casa.

Existen soluciones de IoT que hacen telemetría a la carga desde antes de su embarque hasta su despacho a las bodegas al punto que pueden detectar con exactitud si los contenedores han tenido movimientos inadecuados, si han estado expuestos a golpes más allá de los permitidos o si la temperatura de la cadena de frío ha estado por encima del valor aceptado en algún punto de la trayectoria.

Son en fin muchísimas las soluciones que utilizan ‘cosas’ como fuente de datos, con los cuales se pueden tomar acciones importantes y obtener resultados para beneficio de las personas o los negocios que van a marcar importantes diferenciaciones de tipo competitivo en todos los sectores.

Fuente: http://lasillavacia.com/silla-llena/red-de-la-innovacion/historia/el-internet-de-las-cosas-iot-y-sus-cosas-65309

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